UN VIAJE A LA ANTIGUA, EMPAPADOS DE ADRENALINA


El lunes 26 de noviembre, a las 3:00 horas de la mañana salí con Paola Solares, Claudia Aguilón y Alan Roberto  hacia Antigua Guatemala.
Nos dirigíamos muy entusiasmados de poder esta vez escalar el volcán de agua, que por años soñamos subir y que ese día lo haríamos realidad. Esta vez las condiciones del clima eran favorables a simple vista y también el pronóstico del INSIVUMEH nos lo decía. Llevamos unas grandes mochilas llenas de utensilios de primera necesidad y ropa deportiva.


Eran las cinco de la mañana cuando arribamos a San Lucas Sacatepéquez. En ese lugar había ocurrido un accidente de tránsito y dos personas habían fallecido. El paso estaba tapado y tuvimos que esperar dos horas. Se nos hacia tarde y lo sabíamos, nos había causado tristeza el hecho de pensar que dos personas habían perdido la vida y reflexionamos acerca del valor de la vida. Cada uno compartió un mensaje y dijo de qué forma le gustaría morir.

-Paola: “a mí me gustaría ahogada.”

-Claudia: “yo quiero que me caiga una librera y me quede en las manos el de La Insoportable Levedad del Ser.

-Alan:”yo que me lleve la corriente”

Yo, por último dije que me gustaría morir de alegría.

Todos dimos nuestro punto de vista y la marcha continuó.

A las 08:30 a.m. llegamos finalmente a la ciudad colonial. Antigua Guatemala lucía genial, la lluvia que recién había caído daba esa sensación de frescura y el olor a la naturaleza se percibía con una sensación de placer.  Llegamos y a las 09.00 a.m. pasamos a desayunar al mercado en el cual encontramos artesanías diversas y una población muy amable que nos recibió cordialmente.


Una hora después salimos del restaurante Friends y nos dirigimos al pie del Volcán de Agua, llegamos al pueblecito de Santa María, al pie del volcán. Nos preparamos con ropa cómoda y buscamos la ayuda del guía turístico que nos acompañaría en el recorrido. El viaje hacia la cima comenzó a las 10:30 a.m.


Con mucha alegría empezó el recorrido y nos acompañamos de risas y buena vibra las primeras veredas. El viaje estaba provisto que duraría cinco horas la escalada y tres más para retornar. Llevábamos dos horas de camino y el cansancio empezaba a aparecer en nuestros rostros. Estábamos sudando y el guía nos dijo que el tiempo se iba a complicar porque ya más arriba siempre hacia frio y las condiciones se estaban prestando para que cayera una lluvia fuerte.

Mi compañero Alan Roberto miro en un árbol un animal extraño para él y no dudo en perseguirlo y fotografiarlo. Nosotros seguimos el rumbo del guía y no nos percatamos de eso. Alan encontró un nido de pizotes que acababan de nacer y la nana de éstos le empezó a rugir, lo que le pareció interesante y se quedo ahí un buen rato.

 Alan  en su intento se desvió mucho del camino que llevábamos y se quedó atrás. Nosotros avanzamos al paso del guía y no nos percatamos de lo sucedido. El reloj marcaba ya las 12:45 del medio día y la angustia nos invadió. Claudia dijo que teníamos que regresar a buscarlo a lo cual estuvimos de acuerdo. Por su parte el guía hizo unos enlaces por radio alertando a otros guías y la búsqueda inició.

Paola y Claudia estaban cansadas y decidimos que seriamos los hombres quienes haríamos el trabajo y que ellas repusieran fuerzas para poder descender, así lo hicimos.


El reloj marcaba ya las 04:26 y aún no podíamos localizar a nuestro amigo perdido. Intentamos llamarlo pero fue imposible. Parecía que el bosque se lo había tragado o que un profundo barranco se había abierto y ahora él estaba descansando en el fondo.


Los guías temían que la oscuridad de la noche cayera sobre nosotros y la lluvia imperante nos impidiera seguir con la búsqueda de nuestro amigo. Hicimos todo lo que pudimos pero la noche nos avanzó. La noche impuso su reinado y mis dos amigas yacían en una pequeña choza que habíamos construido en la mitad del bosque, donde las correntadas de agua no dejaban de bajar del volcán.


Todo era oscuridad y sólo el chillido de los grillos y el de un tecolote de mal agüero anunciaban que ya eran las ocho de la noche. Estábamos preocupados por la vida de nuestro compañero y nos sentíamos de cierta forma responsables. No debimos dejarlo sólo, porque sabíamos que era muy curioso y le gustaba tomar fotos a todo lo que encontraba.


Finalmente llegaron las 11.47 de la noche y un grito vino de una joya del otro lado de las faldas del volcán donde nos encontrábamos y decía: “por aquí, aquí logramos encontrar una luz que parece ser el flash de una cámara que aún está encendida, parece que por aquí paso.”

Rápidamente nos movilizamos hacia ese lugar y empezamos a hacer luz, con unos manojos de ocote y pashte que colgaba de unos árboles a los cuales el agua todavía no había logrado penetrar. Hicimos fuego y con las lámparas que teníamos nos apoyamos y miramos hacia el fondo de un matorral donde nuestro amigo había ido a caer. Había estado huyendo de los pizotes y resbalo, corrió tanto que rodo fuertemente y quedo cubierto totalmente por las hojas de zacate y la paja que cubría el lugar.


Lo encontramos empapado y temblando. Afortunadamente no le había pasado nada grave, sólo el susto para él y para nosotros. Los guías le dijeron que debía ser más cuidadoso y que con los animales no se juega. Los animales son pacíficos pero cuando ven que atentan contra ellos y si invaden su territorio son celosos y más aún si sus crías están de por medio.


Ya el siguiente día nos había alcanzado y eran las 12:51 a.m. cuando emprendimos la marcha hacia arriba nuevamente y nos quedamos a descansar en la choza donde antes descansaba Claudia y Paola. Recuperamos fuerzas y nos levantamos a las 05.00 con buena actitud a seguir nuestra aventura esta vez con más control sobre nosotros mismos y con ganas de llegar a la cima.


A la hora de regresar de esa maravillosa experiencia que produce esa adrenalina pura, descendimos a las 12:30 p.m. ese día martes nos tocaba ir a la U pero no fuimos. Nos quedamos en casa de Alan a contemplar las fotografías que había tomado a los pizotes y luego a las 05:30 p.m. todos nos separamos y se fue cada quien para su casa.



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